¿Conoces la historia de las cabañas del Lido de Venecia?
Las primeras concesiones en una isla de jardines y fortificaciones
En 1856, Venecia aún estaba bajo el dominio austriaco, y el Lido era una tierra de pantanos y bases militares. Giovanni Busetto, conocido como “Fisola”, mientras paseaba por las playas, descubrió una extraña estructura llamada “trabacca para Baños Marinos”. Se dio cuenta de que este servicio era ofrecido a los turistas extranjeros por una mujer, Margherita Canzich Valdevit. Tras una breve conversación con el pequeño empresario, ella decidió transferirle la concesión estatal del territorio.
Las trabacche comenzaron a multiplicarse lentamente, transformándose en un verdadero establecimiento, donde se podían encontrar tiendas, disfraces y batas de baño, junto con un servicio de restaurante y espectáculos de entretenimiento nocturno. En resumen, a mediados del siglo XIX, Fisola ya había adoptado el espíritu veneciano de acogida a los turistas, creando e inaugurando también una conexión directa entre San Marcos y el Lido, operada por un barco de vapor y numerosas embarcaciones.
Hoy en día, las cabañas siguen siendo una especie de símbolo de pertenencia, una característica distintiva de la identidad veneciana. Incluso Gustav von Aschenbach, el protagonista de “La muerte en Venecia” de Thomas Mann, después de llegar al Lido arrullado por las olas que acompañaban su góndola, se sorprendió por las extrañas estructuras, ahora símbolo de un balneario único en el mundo. Escribió: “Frente a la larga fila de cabañas y sus plataformas, en las que la gente se sentaba como en pequeños porches, había vitalidad de movimiento y estiramientos perezosos en el sopor: se intercambiaban visitas y conversaciones, la elegante vestimenta matutina se encontraba junto a la desnudez que audaz y plácidamente disfrutaba de la libertad concedida en ese lugar.”
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